Comienzan los días lindos y con ellos la mayor exposición de los niños al aire libre, lo que los llena de energía y bienestar. El buen tiempo que nos ofrece la primavera y el verano propicia momentos de esparcimiento y diversión. El juego es la esencia de la infancia, y si es al aire libre, además de aprender, desarrollarse y entretenerse, los niños disfrutan de todo lo que la naturaleza tiene para ofrecerles. Además, la exposición al sol es una excelente fuente de vitamina D, que favorece la absorción del calcio y mejora la salud ósea de los niños. Una exposición de 15 minutos diarios es suficiente para producir la vitamina D que el organismo necesita.
Pero más allá de las bondades del buen tiempo, debemos tener en cuenta que el sol emite diversas radiaciones solares, algunas de las cuales pueden ser muy perjudiciales para nuestros hijos, ocasionando quemaduras solares (enrojecimiento o ampollas), golpes de calor, deshidratación (por pérdida de agua y minerales) y a largo plazo envejecimiento cutáneo prematuro (manchas y arrugas) o mayor riesgo de cáncer de piel en la adultez.
Se estima que antes de los 18 años el niño ya ha recibido el 80% del total de radiaciones solares que recibirá en toda su vida. Por eso es necesario que actuemos con prudencia y que sepamos transmitir esta actitud a nuestros hijos. La educación y la prevención deben comenzar desde muy pequeños, y así evitaremos los efectos nocivos del sol. Sugerimos:
Es importante aclarar que aunque los niños estén bien protegidos se deben evitar las exposiciones muy largas al sol.
Lo más importante a la hora de prevenir la deshidratación es ofrecer líquidos abundante y frecuentemente. La mejor bebida es el AGUA.
Con respecto a la ingesta de alimentos sugerimos elegir frutas, verduras y hortalizas frescas bien lavadas y/o cocidas. También podemos aprovechar las frutas de temporada para preparar jugos y licuados (ya que además de todas las propiedades nutricionales que poseen, aportan líquidos).
Debemos tener mucha precaución con la conservación de los alimentos, ya que en verano aumentan las posibilidades de sufrir una intoxicación alimentaria, ya que las bacterias proliferan con el calor. Hay que cuidar que los alimentos no pierdan la cadena de frío y extremar las precauciones en el transporte y almacenaje de la comida.
Con respecto a la actividad deportiva, se aconsejan para las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde, evitando las horas centrales del día y no forzar la capacidad física de nuestros hijos caminando o realizando ejercicio más tiempo del que su forma física les permite, evitemos fatigarlos excesivamente y realizar paradas o intervalos para reponer fuerzas.
Tomando todas estas precauciones, no habría restricciones específicas para los diferentes tipos de deportes.
Dra Bernabela Galotti
M.N. 122.113